Hace algunos años, cuando existía el servicio militar obligatorio en España, una de las causas para evitar tener que participar de la instrucción militar era el tener los pies planos. Esta circunstancia provocó que se estigmatizara esta situación y se identificara tener los pies planos con una incapacidad para realizar determinados ejercicios físicos.
Lo primero que debemos señalar es que todos los humanos tenemos hasta que cumplimos los 3-4 años aproximadamente los pies planos. El desarrollo de los huesos del pie es desigual, mientras que la mayoría aparecen en la etapa fetal, otros los hacen de manera más tardía, como el navicular que se hace visible radiológicamente a los 4 años de edad aproximadamente. Es por ese motivo que durante la fase de crecimiento más temprana parece que tenemos el pie plano, y éste en condiciones normales va evolucionando hasta que su crecimiento se completa sobre los 15 años de edad.
¿ES UN PROBLEMA TENER EL PIE PLANO?
No necesariamente. Sí que podemos señalar que el pie plano tiene más probabilidades de poder desarrollar un problema que tenga que ver con la movilidad del pie, especialmente alterando la congruencia articular a nivel del tarso que puede ser mayor o menor en función del estado del arco plantar, pero no necesariamente se da en todos los casos de pie plano. Los problemas en el pie se evalúan en función de la edad, el grado de la deformidad y la presencia o no de dolor asociado. Según éstos elementos su especialista recomendará o no realizar algún tipo de tratamiento preventivo. Lo ideal es realizar éstos controles entre los 3 y 5 años de edad.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA EVITAR PROBLEMAS DE MOVILIDAD EN NUESTRO PIE PLANO?
Hay una serie de ejercicios para trabajar la movilidad en los pies que nos ayudaran a mantener un nivel alto de movilidad en los pies. Vamos a destacar cuatro de ellos:
1. Dejamos caer una toalla desplegada al suelo. Ponemos el pie en uno de los extremos. Con movimientos de extender y encoger los dedos de los pies trataremos de arrugar y plegar la toalla.
2. Andar de puntillas.
3. Situarnos en un escalón de una escalera con las puntas de los pies como único soporte del peso del cuerpo y realizar pequeños movimientos arriba y abajo, con éste ejercicio buscamos elongar el tendón calcáneo, conocido tradicionalmente como tendón de Aquiles.
4. Andar por la playa descalzo. El terreno inestable nos hará trabajar la musculatura intrínseca del pie.